lalegion de los malamados

Dignos de compasión, estos seres desdichados marchan día a día, por plazas, por campos, por ciudades, de la mano con la soledad. Siendo que el verdadero campo de batalla está en la cama, tras la honda trinchera de la almohada, lidian contra su peor enemigo su corazón.

Por no encontrar en otros las armas para la batalla, por ser débiles. Y dejarse morir, presos de su desilusión, con la que cargan de forma perene, pobres de ellos, pobres de ellos. Los miles que vivimos una vida media atrapados en el silencio.

Y es que a veces puedes estar entre la más grande multitud y sentirte solo, todos a tu alrededor son locos son imbéciles que no comprenden lo frio de tu tristeza. Y es que esta legión combate en  los helados campos de hielo que forma un alma solitaria, como la tuya como la mía como la de la vecina que se asoma por la ventana con una mirada lánguida o el viejo que espera en un café a que llegue su inexistente amada.

Ves te lo digo somos miles que por una razón u otra existimos en una vida gris, gris es el silencio, gris es la vos, grises son las risas grises son los llantos nada florece todo se preserva en una constante apatía desdén, desvelo, construido a base de de heridas profundas heridas malditas que provoca el amar.

Comparable con la muerte, no lo creo, la muerte no es la memoria, no es el deseo de amanecer en los brazos de alguien ¡se vive puta madre! Se vive en estado de vacío de desdicha de palabra que resuena en eco de nadie, lo único lo único el grito de guerra.

          “Desearía que estuvieras aquí”

Después de todo cada legionario lleva en la mente, no es el fin del mundo, sin ti nada se acaba aquí seguimos solos y no vale nada, acaso el premio de consolación que es la esperanza de algún día en algún lado cada legionario cabe su guerra de la mano de un amor distante